Como si 100% fuera mucho peor que 99,9%, el ministro de Economía, Sergio Massa, intentó postergar la mayor cantidad posible de aumentos de precios y tarifas reguladas en el último tramo de 2022, a los efectos de terminar el año con un 94,8% que en algunos despachos oficiales se vivió con sabor a triunfo.
Pero las consecuencias de las postergaciones son inevitables y se traducen en incrementos mayores a los previstos en los meses siguientes. Así se experimentó con el déficit primario: el precio de cerrar el 2022 con un 2,4% para cumplir las metas con el FMI derivó en una deuda flotante que trepó a más de un billón de pesos y un resultado fiscal negativo en enero de este año. Por estos días. el propio Massa está viviendo en carne propia las consecuencias de recurrir al endeudamiento indiscriminado y, a pesar del canje, tiene que afrontar en lo que queda el año compromisos por más de US$ 86.000 millones, lo que hace prever a muchos analistas el lanzamiento de un «Canje II» en pocas semanas.
Con los precios al consumidor pasó algo parecido, aunque las culpas son compartidas por su predecesor, Martín Guzmán. La indefinición sobre qué hacer con los subsidios y los ensayos con una segmentación a la que aún muchos usuarios no comprenden llevó a un incremento de tarifas de electricidad, gas y agua. La negativa a aplicar un aumento del 40% en el transporte de pasajeros del AMBA en diciembre (precisamente, por miedo a los fatídicos tres dígitos), obligó a aplicarlo en enero. Y en ambos casos, esos ajustes fueron insuficientes para frenar el alza de los subsidios, lo que prenuncia nuevas subas en lo que resta del año, por más electoral que fuere.
Para completar, los intentos por contener el precio de la carne duraron más de lo esperado, pero de la misma manera el rebote fue mayor al previsto. Quizás sea un aviso de lo que vendrá en el futuro cercano una vez que ya sea imposible renovar el acuerdo de Precios Justos…
Pero dado el fetichismo estadístico que ronda a la inflación, no está de más hacer algunos aportes:
- El primer bimestre anualizado arroja una inflación del 109,3%.
- Para que 2023 cierre con una inflación de dos dígitos (aunque más no sea 99,9%), el promedio mensual de marzo a diciembre no podrá superar el 5,85%.
- Para que se cumpla con la meta del 60% con la que se elaboró el Presupuesto, ese promedio debería bajar a un improbable 3,55%.
- Después de trece meses consecutivos de aumento de la inflación interanual, tal vez en marzo se pueda registrar una leve baja, si es que la inflación es menor al 6,7% de lo que fue en el mismo mes de 2022. Aunque son pocos los que se animan a poner las manos en el fuego…