BUENOS AIRES (ANP).- Ya lo dice el viejo refrán: los amigos, como los jueces, han nacido pa’fallar, y las historias que así lo atestiguan abundan, aunque algunas sobrepasen lo imaginable. Tal el caso de Carola Bruzzoni y Silvia Luna, dos meseras que supieron trabajar juntas y compartir sueños mientras pasaban las horas en el bar «Matute» de General Las Heras, hasta que un video comprometedor y un plan de venganza desataron una hecatombe que hasta hoy se recuerda en esa tranquila localidad bonaerense.
El 17 de abril de 2010, Silvia entró por la puerta de servicio del bar, tomó una maza para machacar milanesas y golpeó por la espalda a Carola, que hablaba por celular sin sospechar lo que se avecinaba. Si en ese momento salvó la vida fue gracias a que otra compañera entró y detuvo a la atacante, pero por algún motivo que se desconoce la víctima se negó a ir a un hospital hasta que fue tarde. Con el correr de las horas su estado se agravó y nueve días más tarde moriría. El 25 de abril se cumplieron 15 años de su fallecimiento.
Obviamente, la difícil situación judicial de Silvia se tornó gravísima al morir la que había sido su amiga. En el juicio salieron a relucir los patéticos detalles del asunto, que daban cuenta de un video sexual que demostraba la infidelidad de la asesina a pocos días de casarse con su novio. Según los relatos, ese video circulaba por todo el pueblo y Carola pensaba difundirlo en pantalla gigante durante la boda. ¿Por qué haría tal cosa? Se dice que el hombre del video era su esposo y que, furiosa, Carola quería frustrar el matrimonio de su amiga traidora. Pero Silvia no podía admitir que eso pasara.
En una nota a TN concedida en aquellos días, el abogado de la familia Bruzzoni dijo que el video estaba en poder de todo el pueblo, menos del futuro marido de Silvia. Mientras tanto, el novio, Juan Burgueño, hablaba con los medios totalmente pasmado. Decía que miraba en televisión todos los detalles y las imágenes de su novia y simplemente no lo podía creer. Juan se quedó con el bochorno y el corazón partido, además del catering, el salón y las invitaciones del soñado casamiento que ya no sucedería.
A pesar de la brutalidad del ataque, la Justicia se tomó su tiempo para analizar si Silvia había actuado bajo emoción violenta y recién en 2012 la condenó a diez años de prisión. No pasó mucho hasta que otros comprensivos jueces de Casación Penal de La Plata consideraran que quedarse sola en el altar justificaba un buen mazazo y, sin tomar en cuenta un posible patrón de reacciones violentas de la acusada, le redujeron la pena.
Silvia Luna recuperó su libertad en julio de 2013 a pesar de la indignación de la familia Bruzzoni. Al salir explicó como pudo lo que sintió: sin novio, sin vestido blanco, sin anillos, sin trabajo, observada por todos, ya no tenía motivos para vivir.
Sin embargo, pronto los encontró y rearmó su vida. Contrajo matrimonio con un exconvicto que conoció cuando estuvo presa, con quien tuvo un hijo, y se recibió de enfermera, nada menos.
Las muchas heridas que dejó la muerte de Carola fueron cicatrizando, llevando paz a cada uno de sus deudos. La familia no apeló el fallo, considerando que lo más sano para poder seguir era dar aquella historia por terminada. Según un informe de TN, el esposo de la víctima, Sergio Robledo, continúa en General Las Heras con una nueva pareja mientras que Juan, el hijo que tuvo con Carola, se convirtió en abogado. El dueño del bar de la tragedia supo campear la situación y retuvo a sus clientes, aunque muchos de los que paran allí todavía miran con estupor o morbo el escenario del incomprensible crimen de las amigas.