Buenos Aires, feb 22 (ANP).- Su más conocido slogan, el que lo acompañaba en la mayoría de sus presentaciones teatrales –y por cierto, con altísima convocatoria- fue “Las mil caras de Locati”, merecida definición de su gran talento como comediante y de sus imitaciones perfectas que hacían innecesaria la ayuda de maquillaje, y que convirtieron a Alberto Locati en un artista requerido casi desde su debut, en 1956.
Pero fuera de los escenarios, el querido artista cargaba con una vida privada difícil y con una personalidad tortuosa. En 1979 Locati finalmente abandonó a su esposa y a su pequeña hija para casarse en Las Vegas con Eva Olguín, una vedette de la época conocida como “Cielito O’Neill” , con la que tuvo una felicidad muy efímera. Esta relación lo terminaría inscribiendo como uno de los tristes precursores de la violencia doméstica.
La peor cara de Locati
En las primeras horas del 19 de febrero de 1980, el Hotel Odeón de Mar del Plata fue escenario de un verdadero revuelo: tras una violenta discusión, el famoso comediante Alberto Locati había arrojado a su pareja por la ventana del cuarto.
Hoy esa sería una triste noticia más en medio de una extensa lista de casos que se repiten casi a diario. Pero no era así hace 40 años, cuando un hecho como ese paraba las rotativas de todos los diarios, y más si el agresor era un famoso.
Claro que el tratamiento que se le dio al hecho estuvo matizado con los prejuicios de la época, que por supuesto no ayudaron a la víctima. Es que Eva no era la esposa legítima sino “la otra”, la supuesta culpable de haber destruido un hogar, y muchos pensaban que siendo vedette seguramente llevaba una vida libertina y que probablemente habría hecho algo que desató el ataque. De hecho, hubo quien pensó que ella se había arrojado para perjudicarlo.
Durante semanas el caso acaparó espacio en diarios, revistas y noticieros, y pronto se conocieron los detalles. Se supo que antes de tirarla por la ventana, el actor arrojó el bolso de su mujer, luego un velador y después un espejo. También trascendió que la golpeó muy duro y que intentó ahorcarla antes de decidirse a tirarla por el balcón, y que luego bajó a la recepción del hotel como si nada, a fumar un cigarrillo y a decirle a todos que no tenía nada que ver con la caída.
Como la habitación estaba en un primer piso, y además porque la suerte estuvo de su parte, Eva Olguín sobrevivió, aunque sufrió múltiples fracturas. Cuando pudo hablar contó que peleaban mucho porque Locati sentía unos celos profesionales espantosos ya que ambos se habían establecido en Estados Unidos para trabajar, pero sólo a ella se le estaban abriendo las puertas. Él era una pesada mochila que acumulaba envidia de su nueva mujer.
A pesar de que las evidencias de su brutalidad eran abrumadoras, los comentarios burlones acerca del incidente siguieron. No es raro entonces que, a pesar de haber sido condenado a seis años de prisión, fuera liberado apenas un mes más tarde.
Ya libre, Locati volvió a actuar pero su carrera artística estaba terminada. Pasó algún tiempo en un instituto psiquiátrico y en 1982 volvió a ser noticia de la sección Policiales, primero por agredir a una mujer y luego por intentar violar a una jovencita a la que llevó a su auto. Viendo que el grado de violencia de aquel hombre escalaba peligrosamente, la Justicia finalmente lo condenó a tres años de cárcel.
Locati nunca reconoció las agresiones, años más tarde insistió en que había ido injustamente a prisión porque la chica aquella «se le había metido en el auto». Durante su estadía a la sombra hizo buenas migas con los demás presos, a quienes entretenía con sus geniales imitaciones.
Al salir siguió siendo material de las noticias amarillas, primero por intentar ahorcar a su propia hija, y luego cuando fue arrestado por presunto tráfico de drogas, según detalla una crónica publicada por Infobae.
Un triste legado
Locati no venía de una infancia difícil, todo lo contrario. Hijo único mimado, graduado con excelentes notas en el secundario, se dice que llegó a dominar cuatro idiomas, entre ellos hebreo, y que se las arreglaba bastante bien con otros tres. Ya siendo artista llegó a actuar en Estados Unidos integrando un espectáculo de Mariano Mores, donde se codeó con figuras como Sammy Davis Jr. y Nat King Cole.
En el final de su vida, ya olvidadas sus terribles andanzas por las nuevas generaciones, Locati hizo una pequeña aparición en el programa de Marcelo Tinelli en 2007. Pocos días después, falleció de una complicación cardíaca a los 71 años.
Los más jóvenes no saben quién fue Alberto Locati y si escuchan o leen alguna vez sobre él, difícilmente será por la calidad de su arte. Canciones más cercanas en el tiempo, como “La argentinidad al palo”, de Bersuit, y otra muy delirante de Alfredo Casero y Mex Urtizberea llamada “Locachi chiró pela chanela a sua muller”, hablan de sus días de agresor de mujeres y del penoso legado que dejó como protagonista de uno de los primeros y más resonados casos de violencia de género de este país.