BUENOS AIRES (ANP).- La vicepresidenta de los Estados Unidos y candidata a suceder al demócrata Joe Biden en la Casa Blanca tuvo en la noche del lunes su bautismo de fuego de cara a los comicios de noviembre con el esperado primer debate presidencial con el republicano Donald Trump.
Harris enfrentó dos desafíos significativos en el esperado debate presidencial: los modos polémicos y radicales del ex presidente Donald Trump y las altas expectativas. Y a ambos los superó con eficacia.
En un movimiento que sorprendió incluso a los moderadores, la vicepresidenta logró mantener a Trump a la defensiva durante gran parte del debate, atacándolo en temas como el aborto, su historial criminal, los desmanes del 6 de enero de 2021 (cuando una turba asaltó el Capitolio) y su negativa a aceptar los resultados de las elecciones de 2020.
«A Trump lo echaron 81 millones de personas. Claramente, le cuesta mucho aceptar eso», acicateó Harris sobre la derrota electoral y utilizando la ironía para mencionar el programa de TV conducido por el magnate en el que usaba la muletilla “estás despedido” para descartar a un participante.
El candidato republicano, por su parte, usó el debate para enumerar sus habituales ataques sobre la inmigración, el crimen y la «izquierda radical.»
Incluso, llegó a decir que Harris quería ver «operaciones transgénero en extranjeros ilegales en prisión» y hasta recurrió a afirmaciones absurdas, como la idea de que los inmigrantes estaban comiendo mascotas.
Cuando los conductores hicieron fact-checking de esa afirmación y constataron que era falsa, Trump respondió: “ya lo vamos a investigar”.
Harris parecía adelante de su rival y lo acusó de reciclar opiniones desgastadas y hasta tuvo tiempo de responder a los ataques contra el presidente Joe Biden diciendo: «No estás compitiendo contra Joe Biden. Estás compitiendo contra mí.»
Durante el debate, Trump tuvo dificultades para mantener el enfoque y raramente respondió a las preguntas directamente.
Por ejemplo cuando se le mencionó la guerra en Gaza desvió la conversación hacia la invasión de Ucrania por parte de Rusia, afirmando que nunca habría sucedido bajo su administración, a pesar de que en su presidencia ya había un conflicto en el este de Ucrania con rebeldes apoyados por el Kremlin.
En otro pasaje del debate, la vicepresidenta sacó de eje a Trump al mencionarle que los seguidores republicanos abandonaban los mitines de campaña porque se aburrían.
Fuera de foco, Trump a menudo parecía desprevenido. Al ser cuestionado sobre la atención médica, admitió no tener un plan concreto, aparte de reemplazar Obamacare. «Estamos considerando diferentes planes,» dijo. «Tengo conceptos de un plan.»
Aunque algunas respuestas de Harris parecieron ensayadas, se mantuvo fiel a su mensaje principal durante toda la noche: presentarse como una nueva generación de líderes dispuestos a superar la era de división en la política estadounidense.
Sin embargo, el debate se centró más en intercambios personales y acusaciones mutuas que en detalles de políticas específicas.
Trump, en sus comentarios finales, acusó a Harris de «creer en cosas que el pueblo estadounidense no apoya» y la calificó como «la peor vicepresidenta en la historia de nuestro país.»
Pero el fuego sobre el candidato republicano no se detuvo con el final del debate. Algunos de sus legisladores expresaron su desilusión, como el senador Lindsey Graham quien lo describió como una “oportunidad perdida”.
Notablemente, Trump sintió el golpe porque, incluso, puso en duda la posibilidad de participar de un segundo debate. “Lo veremos, pero quieren otro debate porque perdieron”, opinó.