BUENOS AIRES, ene 8 (ANP) – Los pocos números que mostró Martín Guzmán la semana pasada ante los gobernadores peronistas sobre lo que pretende de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) permiten concluir que el mismo está lejos. Nada que ver con lo dicho en un encuentro que tuvo en octubre el presidente Alberto Fernández y el jefe de Gabinete, Juan Manzúr, con una docena de empresarios de primera línea a quienes les garantizaron que el acuerdo ya estaba prácticamente cerrado y que se iba a concretar en enero.

Guzmán quiere evitar a todas costas un ajuste,partiendo de la idea de que el ordenamiento fiscal genera recesión. La hipótesis es incomprobable. Economistas coinciden en que el nivel de desequilibrios macroeconómicos es tan importante que una nueva crisis puede estar a la vuelta de la esquina. El ministro pretende que el FMI le apruebe un programa en el cual el equilibrio fiscal se alcance recién en 2027. Una duda: ¿Quien financia el mientras tanto?

Tan solo hay que tener en cuenta que hace más de 10 años que la Argentina no puede enganchar dos años seguidos de crecimiento económico continuo.


El país tiene retraso cambiario, tasas de interés negativas, déficit fiscal primario equivalente al 3,5% de su PBI, el BCRA casi no cuenta con reservas internacionales, y tiene lo mercados de crédito voluntarios cerrados. Nada hace suponer que lo que dijo Guzmán a los gobernadores  y luego a empresario en un encuentro con sindicalistas, se pueda cumplir, es decir, que el crecimiento económico va a tomar fuerza en 2022.

En 2021 la economía rebotó tras la caída del 10% de 2020. De hecho, el 10 de diciembre pasado el FMI emitió un comunicado en el que habla de que la economía experimentó un “rebote más importante que el esperado”. El término usado fue “rebound”. Pero la traducción al español decía “recuperación”, algo que el gobierno salió a vender como un logró político, de que le habían hecho entender a los economistas de que el país está en proceso de recuperación. El término en inglés que hubiera correspondido es “recovery”. No se explican las diferencias entre los textos, salvo que haya sido acordado para que todos queden contentos.

El economista Carlos Melconian usa la imagen de una pileta para graficar las hipótesis de ajuste de las cuentas en función del crecimiento. Dice que es como tratar de tirarse un clavado mientras la pileta se va llenando. Melconián dice que el único presidente del mundo que puede hacer eso es el de Estados Unidos. Pero el ministro Guzmán, discípulo de Joseph Stliglitz, suele tomar más en cuenta las teorías económicas de su maestro y las traslada al ámbito local

La consultora Inveqc afirma en su último informe: “Lo que sí es peor ahora que antes de la pandemia son los desequilibrios macroeconómicos. Y justamente por eso el gobierno debería intentar llevar a cabo el ordenamiento fiscal lo más pronto posible y no dilatarlo cuatro años más. Comparando la situación actual con la de febrero 2020, observamos que el déficit fiscal es más grande, el nivel del gasto público es más alto, el atraso tarifario es significativamente mayor, la cantidad de dinero en circulación es mayor, las reservas internacionales en manos del Banco Central son menores (considerando las netas estamos en mínimos históricos), la brecha cambiaria es mayor y la tasa de inflación de partida es mayor. No hay un solo indicador macro que justifique el hipergradualismo fiscal que presentó Guzmán en la reunión de esta semana”.

La consultora que dirige el economista Esteban Domecq señala: “El desafío central está en que todos los integrantes del oficialismo entiendan que ninguna medida de reducción del gasto público será más recesiva que un escenario de no acuerdo con el Fondo o de un acuerdo débil que no logre restaurar los equilibrios macroeconómicos y que desemboque en una nueva crisis cambiaria con aceleración inflacionaria”.