BUENOS AIRES (ANP).- Costó, fue un camino difícil y lleno de obstáculos para San Valentín, el santo de los enamorados, pero finalmente lo logró, al menos por ahora. Tras dos décadas de remarla entre miles de amargados, hoy se celebrará la fecha de los que se aman sin que los haters del romance hagan sentir demasiado alto su voz.
San Valentín no fue una festividad conocida en muchos países hasta los inicios del siglo XXI. Hasta fines de los ’90 nadie, al menos en Argentina, registraba al santo recordado por su martirio en la antigua Roma por casar en secreto a las parejas, algo que estaba terminantemente prohibido por el emperador.
Para quienes quieran conocer la historia de cómo nació la conmemoración de este día, National Geographic nos cuenta quién fue en verdad San Valentín, cual fue el verdadero origen de esta particular fiesta y cómo nació el mito que tanto ayuda a facturar en la actualidad a floristas, chocolateros, hoteleros y más. Pero lo importante aquí es entender por qué esta celebración, que es un canto al amor, llegó a tener tantos y tan virulentos detractores.
¡¡ In your face, San Valentín !!
Como decíamos, hasta fines de los 90, al menos en Argentina, nadie registraba a San Valentín y su fecha. Eran tiempos de preocupación en el país porque más de uno se daba cuenta de lo cerca que estaba el fin de la Convertibilidad, y tampoco existían las redes sociales que nos conectarían algún día a todos con todos. Si se festejaba el día de los enamorados en el Hemisferio Norte, aquí a nadie le importaba.
Luego, llegaron internet y las redes sociales que lo cambiaron todo y fue así que a partir de 2002 comenzaron a verse promociones tímidas al principio, que fueron ganando terreno y adeptos con la ayuda de un marketing inteligente. Lógicamente los medios no tardaron en sumarse y proliferaron las propuestas de celebración con suplementos especiales llenos de ideas y de publicidades comerciales para festejar el día.
Sin embargo, es un hecho que hay quienes sufren el amor. Hasta alrededor del año 2019 hubo podría decirse que un movimiento cada vez más impetuoso —integrado por no-enamorados, infieles, amargados, desengañados y simples contras de la vida— que inició una campaña cada vez más aguerrida para boicotear el romance.
Fue entonces que los bares comenzaron a presentar no solo su oferta del 14 de febrero para los enamorados, sino también sus promociones para el 13 de febrero como fecha ideal para los solos, para juntarse con otros solos y decirle a San Valentín en su misma cara lo que solía decir Calamaro en aquella canción hater si las hay, que no se puede vivir del amor.
La propuestas contrarias a la celebración se vieron en toda la región, no solo en Argentina, e iban de lo más básico hasta lo más ocurrente, como aquella de un bar mexicano que propuso a los comensales con el corazón roto que se presentaran con una foto de la expareja para romperla en pedacitos en medio de aplausos.
Pero cuando los haters —ayudados también por los que se oponían a San Valentín solo para no gastar en el regalo— pensaron que ya tenían el control, perdieron la batalla, aunque no sepamos si será duradero. La llegada del covid en 2020 dejó a todo el mundo en shock, con muy poco motivo para pensar en el amor o para odiarlo, de manera que todas las iniciativas, las buenas y las malas, entraron en un compás de espera.
Ahora, en este 2025 en que las heridas de la pandemia cicatrizaron, San Valentín y sus seguidores parecen haberse impuesto al odio. Los medios y las redes están poblados de ideas para festejar con la pareja pero es poco lo que se sabe de los haters, esta vez sus voces no se escucharon fuerte. Al parecer, deberán conformarse con publicar memes maliciosos, que siempre cosechan viralizaciones en internet, pero bajo un alias porque a nadie le gusta que lo tilden de envidioso de la felicidad ajena.
La respuesta que dan los psicólogos al rechazo a este festejo tiene que ver con que quienes están solos probablemente se sientan más solos ante el derroche de dulzura que se despliega en las redes en esta fecha. Por supuesto también están los que detestan los días comerciales y por eso le dicen NO, pero son los menos.
También están los que, estando en pareja, sienten el Día de San Valentín como una presión para demostrar un amor desbordante que quizás no sea tal. Ese es otro gran problema, la incomodidad de tener que responder como el otro espera en una relación que quizás no esté tan afianzada como la otra parte cree.
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En síntesis, podría decirse que el rechazo a San Valentín era previsible porque es como contar plata delante de los pobres por un lado, y por el otro obligar a dar una fachada de romance que no es tal, y solo para subir una romántica foto a Facebook o X.
Las preguntas, entonces, son dos. En primer lugar, ¿por qué contra San Valentín y no contra la Navidad, o contra el Día de la Madre y el Padre? Siempre habrá alguien que estará solo en esos días, y sin embargo no hay una campaña en contra de esas fechas. Quizás sea por eso que dice la sabiduría popular, que todos sueñan con algún amor ideal.
El segundo interrogante es por qué este año se vio menos rabia en los solos o, mejor dicho, menos propuestas anti-San Valentín de los comercios. Probablemente, porque la fuerza de las redes sociales se impuso otra vez y han convencido a legiones de que basta con una foto bonita para que vean los contactos si se tiene pareja y, en caso estar solo, de que es mejor callarse que sangrar por la herida.
Si esa es la explicación, mientras las redes sigan ganando la batalla cultural de la exposición de la vida privada y la demostración de felicidad a como dé lugar, el santo seguirá teniendo a sus enemigos a raya.