Buenos Aires, may 21 (ANP) -En la crisis del 2001 los argentinos no nos pusimos de acuerdo en cómo salir de la situación que habían generado el corralito y el corralón, dejando que los conflictos entre los privados y también entre el Estado y el sector privado fueran resueltos por la Justicia.
Con todo el respeto que me merece ese poder de la democracia, en ese momento tanto el Ejecutivo como el Legislativo entendieron que esa era la mejor salida, pero no coincido con esta mirada ya que las salidas que se dieron no fueron las más justas y equitativas.
Analizando la experiencia de nuestro pasado para entender este presente, hoy se puede ver que esta pandemia está generando tres tipos de consecuencias:
1) Tensión o ruptura de las relaciones comerciales.
Mientras dura la cuarentena esa tensión es comprendida y además surge una voluntad de colaborar para salir adelante. Pero eso no significa que la deuda que hoy soportan nuestras pymes desaparezca. Cuando la cuarentena se levante la voluntad de colaborar va a desaparecer y el Estado y los acreedores van a comenzar a exigir el cumpliento. No dejemos la resolución en la Justicia: vayamos armando un protocolo comercial que determine cómo salir y que tenga clara intervención del Estado.
2) Deuda Fiscal nacional, provincial y municipal.
Es necesario dar un horizonte claro y revisar el mecanismo que hoy se ve y que consiste en esperar al límite de un vencimiento de un impuesto o una tasa para poder captar a aquél que puede pagar y luego anunciar la prórroga o la nueva moratoria para el resto. En medio de esta pandemia hay que dar tranquilidad a las pymes, eso permitirá que se sientan acompañadas para salir de la crisis. También es necesario anunciar que los impuestos no deben ser una preocupación para el sector más vulnerable de la economía.
3) Sector financiero privado no acorde a la gravedad de la situación.
La ley de entidades financieras fue sancionada por la última Dictadura Militar y nunca fue corregida en democracia. A la vista, es claro que el sector financiero privado -que fue el que más rentabilidad tuvo a lo largo de los últimos 30 años, incluso con la crisis financiera internacional de los años 2008/9- no ayuda para que los argentinos podamos salir dignamente de esta megacrisis. A tal punto que, aun con garantía 100 % del Estado (FOGAR), no ha otorgado a las pymes más del 20% de la carta compromiso firmada, lo que significa casi 75.000 millones de pesos ociosos sin poder colocar.
Ante este escenario, es totalmente necesario que desde el poder Legislativo y las distintas cámaras y representaciones gremiales comencemos a anticiparnos a las consecuencias que va a traer esta pandemia y trabajemos con propuestas factibles. Por ejemplo, que el Gobierno tome los cheques rechazados y de liquidez de inmediato al que fue el beneficiario original. O que se permita de forma automática que aquellas pymes que vendieron a una gran empresa a través de la Factura de Crédito Electrónica tengan el valor de esos fondos acreditados en cuenta. Tenemos el problema de un cuerpo al que se le está acabando la sangre para funcionar. Debemos pensar ya cómo anticiparnos a las consecuencias de esta crisis para que la salida pueda ser viable y lo más aliviado posible.
Vicente Lourenzo, Consultor pyme. Integrante de la Comisión Problematica Pyme del CPCECABA