La desaceleración de la inflación que reflejó el Índice de Precios al Consumidor de junio entusiasmó al gobierno, por mas que el 6% mensual sería en cualquier país del planeta un desempeño pésimo, a juzgar por los números en la región.
Cinco países de América del Sur tuvieron el mes pasado deflación y en los otros tres (excluyendo a la Argentina y Venezuela) los índices no fueron superiores al 0,37% registrado por Ecuador.
En cuanto a la inflación interanual, la performance de tres dígitos que se observa de manera ininterrumpida desde febrero dista de corregirse y, por el contrario, nada indica que una tasa de dos dígitos anuales vuelva a darse en el curso de 2023 y, quizás, tampoco en 2024.
Sin embargo, en la próxima difusión del índice de julio (que sucederá el 15 de agosto, dos días después de las PASO), podría ocurrir otro dato que, en caso de darse, seguramente será aprovechado por un oficialismo inmerso en la campaña electoral: después de 17 meses con crecimiento ininterrumpido de la inflación interanual, podría quebrarse la tendencia, si es que la inflación del mes es inferior al 7,4% de julio de 2022.
La meta no parece sencilla, más allá de que el 6% de junio puede indicar que no lo sea, mucho más en un mes en el que no se prevén ajustes de importancia en las tarifas de servicios públicos y que los alimentos comenzaron el mes con un buen desempeño.
No obstante, en los trece días del mes la cotización del dólar blue ya se disparó 18 pesos (de $ 494 a % 512) y el Banco Central cada vez dispone de menos artillería para hacerle frente a esa suba. Queda por comprobar si el alza continuará en los próximos días y cuánto demorará el aumento ya producido en trasladarse a precios.
Del mismo modo, habrá que admitir que la eventual baja de la inflación interanual de julio será meramente circunstancial, debido a la base de comparación del mismo mes del año pasado, pero que para los cinco meses que restan para completar 2023 son altas las probabilidades de un repunte que la lleve a niveles superiores al 120%.