El 7,7% de inflación de marzo superó hasta las expectativas más pesimistas y deja a la Argentina fuera de la tendencia mundial en la materia, ya que mientras el acumulado interanual de los índices de precios minoristas van a la baja por noveno mes consecutivo en Estados Unidos y en el promedio de los países de América del Sur, mientras que en nuestro caso ya son catorce meses seguidos con alza de la inflación interanual.

Más allá del impacto estacional que significó el 29,1% de aumento mensual del rubro Educación (con un impacto mínimo en el nivel general en comparación con otros, como Alimentos y bebidas no alcohólicas), no hay ningún elemento a la vista que permita avizorar una tendencia a la desaceleración de la inflación. Por el contrario, existen muchos en el sentido inverso.

La descontrolada emisión monetaria, a la que el Banco Central cada vez le cuesta más neutralizar con las leliqs, tiene desde esta semana un impulso mayor de la mano de un Dólar Agro con un mecanismo perverso: día tras días se compran dólares un 36% más caros de los que se venden. Es decir que un supuesto «éxito» del plan representará inevitablemente mayor presión inflacionaria. Y pretender esterilizar el aumento de la base monetaria no hará más que elevar el stock de pasivos monetarios, ya que la tasa de referencia volvió a ser negativa y difícilmente el Directorio del BCRA no la subirá nuevamente el jueves próximo.

Si eso no fuera suficiente, los atrasos tarifarios son imposibles de sostener con un nivel de subsidios que conspiran contra la posibilidad de reducir el déficit primario. A pesar de los recientes aumentos, las tarifas de electricidad, gas y agua apenas consiguen en promedio cubrir la mitad de los costos, proporción que en el caso del transporte público de pasajeros no llega a la cuarta parte.

El temor de fines de 2022 de llegar a una inflación de tres dígitos quedó rápidamente atrás. Hoy la interanual es del 104,3% y en la medida que los índices de los meses venideros sean mayores a los de 2022, ese porcentaje seguirá en ascenso. El número final de diciembre es una incógnita, pero el 21,7% del primer trimestre alcanza al 119,4% si se lo anualiza. Si en los próximos nueve meses se repite el 7,7% de marzo, la inflación treparía al 137,3%. La pauta presupuestaria del 60% ni siquiera es tenida en cuenta y el piso inflacionario de 2023 duplica ese porcentaje.

Mientras desde los despachos oficiales se intenta vanamente atribuir la escalada de precios a cuestiones exógenas que, vaya a saberse por qué, no afectan al resto de los países del planeta, no está de más repasar el relevamiento que realizó el economista Nadín Argañaraz, director del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF).  La opción es clara: o la guerra de Rusia con Ucrania solamente afecta a la Argentina, o las razones de la inflación local son otras.

 

Por NP