Buenos Aires, (ANP) – De cada $100 que el Estado recauda en sus tres niveles, nacional, provincial y municipal, $56 lo aportan los impuestos al consumo y $44 los tributos que gravan las manifestaciones de riqueza, lo que configura una fuerte estructura regresiva. Así lo indica un estudio elaborado por el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF).El estudio señala que el 2023 concluirá con una presión fiscal efectiva (recaudación impositiva como proporción del PBI) del orden 31,2%, lo que incluye al Sector Público Nacional, el provincial y las provincias.

En el año 1997, ese indicador era del 21,1% lo que implica que en el términos de 26 años la presión fiscal creció 10,1 puntos porcentuales.

Leer: En los comercios del conurbano, los alimentos aumentaron 27% y la carne 49%

La mayor parte de los recursos del Estado provienen de lo que técnicamente se califica como «impuestos indirectos», es decir, los que se pagan cuando alguien hace una compra de un bien o servicio. El caso típico es el IVA. El reporte plantea que el 56% de la recaudación está comprendida por este tipo de tributos, que son regresivos porque impacta por igual tanto en personas más pobres como las más ricas.

Solo $44 de cada $100 que recibe el Sector Público Argentina está compuesto por tributos «directos» que gravan manifestaciones de riqueza a o ingresos de las personas o empresas, como puede ser el Impuesto a las Ganancias.

De acuerdo con el IARAF, la presión fiscal nacional en 2023 seria del 24.3%, las provincias impactan en el 6,6% y el 1,15% del Producto Bruto Interno (PBI).

«Al analizar el rendimiento de los tributos indirectos de mayor recaudación, se tiene que la combinación de IVA, Ingresos brutos, derechos de exportación e impuesto a los débitos y créditos bancarios explica la suba relativa de la recaudación», señala el informe.

El IARAF señala que «entre 1997-2023 la presión tributaria efectiva total aumentaría de manera notable, casi 11 puntos porcentuales del PIB, y la estructura tributaria se mantendría prácticamente igual que al inicio».

«Es interesante destacar que en un ningún momento del tiempo se logra que la presión tributaria directa supere a la indirecta», dice el estudio..

El trabajo demuestra que en los períodos en los que hubo reducción de presión fiscal, esta vino de la mano una menor participación de los impuestos directos. En cambio, cuando subió lo hizo asociada a una mayor tributación de manifestaciones del consumo.

En 1997 el 56% de la recaudación lo aportaban los impuestos indirectos y 44% los directos.

Entre ese año y 2002, el promedio los impuestos al consumo subieron hasta representar el 60% y los que gravan las manifestaciones de riqueza bajaron al 40%. La presión fiscal era del 21%.

Entre 2002 y 2015 los impuestos directos pasaron a explicar el 49% de la recaudación de los tres niveles y los indirectos el 51%, en tanto que la presión fiscal promedio del período fue de 26.1%. En ese período hubo mayor presión fiscal, asociada a impuestos que gravan las manifestaciones de riqueza.

Y luego entre 2015 y el 2023 se retornó a la estructura inicial 56% vs 44%, con una presión fiscal del 31.9% promedio.