Buenos Aires, abr 30 (ANP)- La actividad agropecuaria y los servicios tecnológicos son los menos afectados en la Argentina por el impacto económico de la pandemia de coronavirus, en tanto la industria, el comercio y el resto de los servicios sienten todo el efecto de la crisis, de acuerdo con el balance de la Universidad de Belgrano.
En el análisis de los ganadores y perdedores en medio del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio vigente desde el 20 de marzo, el director del Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la UB, Víctor Beker, alertó sobre los riesgos de subsistencia de “8 millones de trabajadores con precariedad de ingresos y riesgo de discontinuidad laboral”.
“Un audaz y vigoroso programa de reactivación productiva parece ser la única opción para enfrentar las negativas consecuencias sociales y económicas que dejará el coronavirus en nuestro país”, sostuvo al respecto.
Beker destacó que “el sector agropecuario permanece inmune a la parálisis económica que la cuarentena impuso a la mayor parte de la actividad”.
“Las variaciones en su producción, de hecho, tienen más que ver con las condiciones climáticas, que no fueron óptimas. Se espera una cosecha de soja cercana a 50 millones de toneladas, un 10% por debajo de la campaña anterior. Otros 50 millones de toneladas se proyectan para el maíz, con una merma del 12%. En tanto, la cosecha de trigo cerró con un nivel récord, cercano a 20 millones de toneladas. Se espera, además, que el impacto sobre las actividades de comercialización y exportación sea mínimo”, indicó Beker.
El ex director del INDEC sostuvo que “por el contrario, el peso de la crisis se hace sentir sobre las actividades industriales y comerciales”.
En ese sentido, señaló que “la construcción se encuentra paralizada. Ello implica más de 200.000 puestos de trabajo directos afectados. La industria manufacturera cayó un 6,4% en marzo pasado, en comparación con igual mes de 2019 y se esperan peores guarismos para abril. Las mayores caídas correspondieron a la producción de minerales no metálicos, la siderurgia y la producción automotriz, mientras la producción de alimentos tuvo un mejor desempeño relativo”.
“En materia de servicios, tenemos una abrupta división entre las actividades que no requieren de una presencia en el lugar de trabajo y las que sí lo necesitan. Las primeras, salvo las farmacias y los supermercados, tuvieron un desplome total en su actividad. Por el contrario, florecieron aquellos servicios que pueden prestarse de manera remota a través de Internet”, añadió.
Beker resaltó que “la reconversión de la oficina presencial en home office permitió la supervivencia de muchas empresas e incrementó la demanda de los servicios necesarios para ello”.