BUENOS AIRES (ANP).- La ofensiva de Israel contra Irán para destruir sus centrales atómicas acrecienta los riesgos de una escalada en Medio Oriente, aunque esta vez la intención israelí parece ser también decapitar a la cúpula de la revolución islámica lanzada en 1979.

El argumento es el mismo de siempre: impedir que Teherán logre una bomba atómica con la cual pueda destruir al estado conformado en su mayoría por judíos, aunque también viven cristianos, drusos, árabes y otras minorías.

De todos modos, la puerta que abrió el viernes el gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, atacando a su principal enemigo, será muy difícil de cerrar en la región.

Si el premier logra anular la capacidad atómica de los persas, un país del islam chiita rico en petróleo y gas natural, habrá cumplido con su objetivo, pero las consecuencias pueden ser impredecibles.

Teherán ya advirtió que su respuesta militar no tendrá límites. Y eso podría suponer el inicio de una nueva guerra.

Por ahora, el objetivo de los israelíes parece ser más profundo que solo darle una lección a Irán que en las últimas décadas apoyó a grupos fundamentalistas como Hezbollah en el sur del Líbano, el Movimiento de la Resistencia Islámica, Hamas, en la Franja de Gaza, y los hutíes de Yemén, entre otros movimientos insurgentes.

Netanyahu, no obstante, envió un mensaje a los iraníes: “Nuestra lucha no es contra ustedes, sino contra la dictadura brutal que los oprime desde hace 46 años”, refiriéndose a la Revolución Iraní iniciada por el ayatolah Ruhollah Jomeini en 1979.

A todo esto, el actual líder supremo, Ali Jamenei dijo en las últimas horas que a Israel “le espera un destino amargo y doloroso por los ataques”.

Enfrentado por lazos religiosos con Arabia Saudita, Teherán contraatacó horas después de los bombardeos sobre Teherán lanzando un centenar de drones que fueron interceptados por las defensas israelíes. Riad también condenó la “Operación León creciente“, en la que no participó Estados Unidos.

La ofensiva mató a varios militares y científicos iraníes, entre ellos el jefe de los Guardianes de la Revolución, Hossein Salami y al comandante Gholam Ali Rashid, entre otros jerarcas, infligiendo un daño severo a la élite de Irán.

El ataque se inició poco después de que el jueves el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) acusara a Irán de no cumplir por primera vez en 20 años con sus obligaciones de no proliferación nuclear.

Estados Unidos, por otra parte, negociaba desde hace meses un acuerdo con Teherán para limitar su capacidad de producir armas nucleares. Ahora, tras la incursión israelí, el presidente estadounidense, Donald Trump, pidió al gobierno persa que llegue a un acuerdo sobre su programa atómico, pues de lo contrario habrá “más muerte y destrucción”. Lejos de asustarse por las palabras del magnate, Teherán advirtió que la respuesta contra Israel “no tendrá límites”.

Con sus fronteras con Egipto, Jordania, Líbano, Siria y la Franja de Gaza aparentemente seguras, y el apoyo de Estados Unidos, los israelíes atraviesan un momento excepcional de su historia.

Para Teherán, en cambio, el ataque israelí es el más importante desde la guerra que libró en 1980 con Irak gobernado por Saddam Hussein.

En medio de este panorama, la Liga Árabe, formada por 22 países, condenó la agresión y llamó a evitar que la situación se descontrole. “Los atroces ataques contra el hermano iraní violan el derecho internacional”, dijo esa organización en un comunicado.

Al comentar la operación israelí, algunos analistas señalan que la embestida israelí ha sido mucho más intensa que las dos operaciones con misiles lanzadas durante 2024 contra Teherán.

Mientras tanto, el diario israelí Haaretz tituló un artículo editorial. “En Gaza e Irán: las presiones militares por sí solas no producen seguridad ni victoria”.

Después de atacar en gran escala a Irán, los riesgos son sumamente altos para Israel. Por eso a Netanyahu solo lo aguarda la gloria por vencer al principal enemigo de Israel. O quizás la angustia de los israelíes por llevarlos a una nueva guerra.

Por NP