BUENOS AIRES (ANP).- La decisión de los conservadores de aceptar los votos de la ultraderecha para aprobar en el parlamento una moción contraria a la migración ensombrece el panorama de las elecciones del próximo 23 de febrero, en las que Elon Musk respalda a Alternativa para Alemania (AfD).
Sin embargo, el dueño de Tesla y Space X no es el primer empresario en apoyar posiciones extremas en el país que protagonizó el llamado “milagro económico alemán”: antes lo hizo el constructor de automóviles estadounidenses Henry Ford, condecorado por los nazis en 1938.
Es tanto el escándalo que ha provocado la actitud de la Unión demócrata Cristiana (CDU), ocurrida el pasado 30 de enero, que el sobreviviente del Holocausto Albrecht Weinberg, de 99 años, anunció que devolverá la orden al mérito que le otorgó Alemania por haber sobrevivido en los campos de concentración de Auschwitz y Bergen-Belsen, según informes de prensa.
La ex jefa del gobierno alemán Angela Merkel calificó como un error la postura del líder de su partido, Friedrich Merz, de aceptar el apoyo de la AfD en momentos en que la migración se ha convertido en el tema dominante de los comicios legislativos.
La AfD, liderada por Alice Weidel, con consignas contrarias a la cuestión de los refugiados y el asilo, propone también la salida del euro y el abandono del Acuerdo Climático de París, entre otras medidas.
Noventa y dos años después de que Adolf Hitler fuera nombrado canciller, el 30 de enero de 1933, la AfD critica la “cultura de la memoria” y pide una visión más amplia de historia de Alemania, responsable del genocidio de seis millones de judíos y de otros pueblos durante la Segunda Guerra Mundial, entre ellos gitanos, minusválidos, negros y homosexuales.
Weidel, de 45 años de edad, candidata a jefa de gobierno por la AfD, es la nieta del juez militar Hans Weidel, admirador de Hitler y responsable por sentenciar a oponentes al Tercer Reich, según el semanario conservador estadounidense Político.
La líder del grupo parlamentario en el bundestag tiene dos hijos adoptados junto con su esposa, Sara Bossard, nacida en Sri Lanka. Habla mandarín con fluidez, posee un doctorado en economía china y ha trabajado con firmas internacionales como Goldman Sach y Allianz Global Investors.
La copresidenta de AfD, junto a Tino Chrupalla, es una economista liberal que ha ubicado en segundo lugar a esta fuerza de ultraderecha, con una aprobación del 20% en las encuestas de intención de votos para las elecciones anticipadas del 23 de febrero.
Pese a las críticas opositoras, la empresaria pide que Alemania deje atrás “la cultura de la vergüenza” sobre las atrocidades cometidas por los nazis.
Se cree que tiene el apoyo de Björn Höcke, el líder de AfD en el estado oriental de Turingia, donde ganó la ultraderecha las elecciones estatales en septiembre, convirtiéndose así en el primer partido de esta orientación política que triunfa en unos comicios desde 1945.
Lesbiana, residente en Suiza, Weidel desafía las características típicas de la ultraderecha. Incluso ella misma define a AfD como un partido “conservador libertario”.
Las encuestas son lideradas por los democristianos de la CDU, de Friedrich Merz, con un 32% de intención de voto, tras la caída del gobierno de coalición del canciller, Olaf Scholz, apoyado por socialdemócratas, Verdes y el Partido Democrático Libre (FDP).
El magnate Musk, por otra parte, calificó a Scholz como un “tonto incompetente”. Para colmo, durante la toma de posesión del presidente Donald Trump, el pasado 20 de enero, Musk hizo el clásico saludo fascista, con el brazo derecho extendido, como hacía Hitler para estimular a sus partidarios.
El origen de esta costumbre, que muchos atribuyen a la antigua Roma, es incierto y probablemente se trate de una invención histórica, señala un artículo de National Geographic.
Los dos principales partidos políticos alemanes, el Social Demócrata (SPD) del canciller Scholz y la CDU, junto con su aliado la Unión Social Cristiana de Baviera, han perdido el apoyo mayoritario de la gente en los últimos años.
“El avance de la ultraderecha no es sólo un problema de Alemania sino de toda Europa y, si nos descuidamos, del mundo. Alguna vez escribió (el politólogo estadounidense) Francis Fukuyama que asistimos a la muerte de las ideologías… Me parece que deberíamos preguntarnos primero por qué fracasaron las democracias”, dijo Abraham Zylberman, profesor de Historia de la Universidad de Buenos Aires, especializado en el Holocausto.
En declaraciones a la agencia Nuevas Palabras, el analista se preguntó: “¿Pudieron las democracias resolver los problemas cotidianos de la gente?”
“¿O plantearon ilusiones que después no se realizaron? Creo que Europa es el mejor ejemplo, a pesar de los esfuerzos, de ese fracaso: la inmigración africana y de Medio Oriente, la desocupación, los sistemas de salud y de educación, etcétera. Y sobre todo las nuevas tecnologías que no se adecuaron a la masa laboral”, opinó Zylberman.