Buenos Aires, oct 3 (ANP).- El aumento de los actuales niveles de pobreza “sería inevitable” ya que no es producto de una profundización de las desigualdades sociales sino de un retroceso general de la actividad económica, cuya probabilidad de agravamiento en el corto plazo “está avanzando”.
El pronóstico es una de las conclusiones más preocupantes del último informe de la consultora Invecq, en el que se analizó de manera conjunta los últimos reportes oficiales de pobreza, desocupación y distribución del ingreso.
La entidad dirigida por el economista Esteban Domecq destacó que en 2019 y el primer semestre de 2021 la pobreza tuvo un incremento de cinco puntos porcentuales, pero al mismo tiempo el coeficiente Gini, que muestra la desigualdad de ingresos de la sociedad, no tuvo variaciones en la comparación bianual.
Para Invecq “esta observación es de suma relevancia”, debido a que “si la distribución del ingreso generado en la economía es la misma que hace dos años, pero se registra un 5% más de personas en la pobreza, entonces no hay dudas de que el problema social es un derivado de la caída del ingreso generado por la economía”.
Al respecto, remarcó que es una derivación de “la imposibilidad de crecer que muestra la economía argentina y no de un problema de aumento de la desigualdad en la distribución del producto generado”.
En el mismo período, “a lo largo de toda la estructura de ingresos, se registra una caída de entre el 9,2% y el 10,4% real del ingreso per cápita familiar”, en lo que se incluyen “no solo los ingresos laborales sino también todo el resto de los ingresos que provienen de fuentes no laborales como jubilaciones y pensiones, alquileres, rentas financieras, ayudas en dinero de privados, transferencias o ayuda social del gobierno, entre otras”.
“Es decir que no ha habido una diferencia significativa entre la caída de los ingresos para algún segmento de la población en particular, sino que el ingreso promedio de toda la economía se resintió”, explicó la consultora.
Donde hubo un comportamiento desigual fue en la evolución del ingreso laboral, que cayó un 4% para los deciles más ricos y un 10,3% para los más pobres en el lapso considerado.
“Este comportamiento es esperable ya que los trabajadores de los estratos más bajos se desempeñan en actividades laborales de menor productividad, con trayectorias laborales más volátiles, generalmente sin estar registrados y en sectores cuyo funcionamiento se vio mucho más restringido durante los meses de cuarentena extrema”, señaló.
Por el lado de la ocupación, los datos muestran que desde 2019 se perdieron 400.000 puestos de trabajo y, entre quienes se mantienen ocupados, aumentó la proporción de cuentapropistas, ya que los asalariados pasaron del 74,3% al 72,2% del total de ocupados.
“En definitiva, a pesar de mantener cierto grado de igualdad social, los números muestran que el ingreso de todas las personas se ha deteriorado en los últimos dos años. Analizando la última década, vemos que la argentina es una sociedad aún bastante igualitaria pero cada vez más pobre”, sostuvo Invecq.
Con este panorama, agregó, los esfuerzos deberían concentrarse en “evitar una nueva crisis macroeconómica”, si se tiene en cuenta que “todos los saltos de la pobreza en los últimos años se han dado en episodios de crisis”.
Asimismo, hay que “reconfigurar un escenario que habilite la posibilidad de recuperar una senda de crecimiento liderada por el sector privado, para que la economía sea capaz de generar un nivel de ingresos más alto”.
Sin embargo, Invecq lamentó que “ambos objetivos están muy lejos de alcanzarse hoy”.
“Por el contrario, la evolución de variables macroeconómicas fundamentales indica que la probabilidad de volver a experimentar una crisis macro en el corto plazo está aumentando. Si ello finalmente ocurriera, entonces sería inevitable que la pobreza vuelva a crecer”, finalizó.