BUENOS AIRES (ANP).- El fútbol no es un deporte justo. Muchas veces no gana “el mejor”, y hay varios ejemplos locales e internacionales de eso. Ahora, para el pensamiento mediocre, si un equipo mejor que el otro no gana, hay que encontrar un culpable, y Sebastián Battaglia los fue.

Boca quedó afuera de la Copa Libertadores en un partido que mereció ganar ante Corinthians, pero Darío Benedetto no hizo los goles que pudo hacer (uno de ellos de penal) y terminó empatando, llegando a la definición “desde los 12 pasos”.

En una de esas conferencias de prensa donde hay que explicar lo inexplicable, Battaglia, -vaya uno a saber porque – se quejó por la falta de jugadores, dando a entender que la venta de Eduardo Salvio, resintió al equipo y eso afectó la clasificación de Boca, como si hubiera perdido a Cristina Ronaldo. Eso motivo que horas después, Juan Román Riquelme, vicepresidente plenipotenciario, lo echara.

Alguien tenía que pagar para esconder ciertas limitaciones. Boca tiene un equipo “bueno”, pero no “muy bueno”, que mereció ganarle a un disminuido Corinthians, pero no pudo.

La salida de Battaglia ayuda a disimular algunas cosas, como que Benedetto – “el culpable” de la noche – no es un buen jugador, pero no es Carlos Tevez volviendo de la Juventus para jugar en Boca. Es bueno, pero no descollante.

También ayuda a opacar que Sebastián Villa elude dos rivales juntos, pero su centros caen a dos o tres metros de donde están sus compañeros (si así no lo hiciera, no estaría jugando en Boca) y que el resto de sus compañeros son “buenos” para el fútbol local, para jugar contra Tigre o Lanús.

Boca perdió por penales, no en los 90 minutos, pero Battaglia, que salió dos veces campeón como técnico, responsabilizó” a la dirigencia y eso no puede ser perdonado.

Como tampoco puede ser perdonado que, a veces, el que juega mejor, no gane.

 

Por NP