BUENOS AIRES (ANP).- No hay duda de que lo peor que le podría pasar a Donald Trump es que Kamala Harris lo derrote en las elecciones del 5 de noviembre, y así convertirse en la primera presidenta de Estados Unidos.
Después de humillar a Joe Biden en un debate realizado a fines de junio, el ex presidente republicano (2017-2021), de 78 años, tenía todo el camino allanado para tomar de nuevo las riendas de la Casa Blanca. Pero luego de que el jefe de Estado de 81 años diera marcha atrás con su candidatura, debido a las presiones de los demócratas, el nombre de la vicepresidenta Harris comenzó a ubicarse en las encuestas por delante de Trump.
Hoy, el promedio del sitio web RealClearPolitics, ubica a Harris con 48,4% contra 46,9% de Trump, a casi dos meses y medio de realizarse los comicios para elegir al cuadragésimo séptimo presidente de la Unión. Por ese motivo, la carrera presidencial aún no está definida.
Algunos analistas consideran que desde la derrota de la ex secretaria de Estado Hilary Clinton en 2016, a manos de Trump, han cambiado las perspectivas de género en favor de las mujeres, sobre todo las de origen afroestadounidense.
Hillary quedó muy lastimada. A tal punto que no quería salir de su casa. La demócrata logró 2,8 millones de votos más que el republicano. Pero el político neoyorquino obtuvo 304 votos en el Colegio Electoral (necesitaba 270 para ser presidente), y ella solo 227 votos.
A lo largo de su extensa carrera política, Trump ha protagonizado distintos hechos desagradables con mujeres, por lo que su movimiento político ha sido calificado de “misógino”, entre otros adjetivos.
Con un tono irónico y excéntrico, Trump ha criticado la risa de Harris mientras que el Comité Senatorial Republicano Nacional señaló en un memorando que la senadora tiene “el hábito de reírse en momentos inapropiados”.
También el magnate acusó a Harris, de 59 años, de “volverse negra” para ganar las elecciones de noviembre, olvidando, quizá, que la líder demócrata es hija de un padre jamaiquino y de una madre india.
Harris aceptó anoche su candidatura presidencial en la Convención Nacional del Partido Demócrata, realizada en Chicago, mientras que Trump no ha dejado de predicar un mensaje de tono patriarcal sobre el destino de Estados Unidos, al que según manifiesta pretende “hacer grande otra vez”.
“Las elecciones van a tener un impacto significativo en las relaciones diplomáticas entre Latinoamérica, Brasil y Washington”, dijo el analista Gustavo Cardozo, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Regional del Noroeste del Estado brasileño de Rio Grande do Sul (UNIJUÍ).
En declaraciones a la agencia Nuevas Palabras, el analista afirmó que “si Trump es elegido, se espera una política más proteccionista y unilateral, lo que podría perjudicar el comercio con Brasil y la región, así como afectar la cooperación ambiental”.
“En cambio, una elección de Harris posibilitaría continuar con la ayuda en áreas como la reindustrialización y la protección ambiental, aunque podrían persistir diferencias en política exterior, como el apoyo de Estados Unidos a Israel y el alineamiento de Brasil con China”, dijo Cardozo.
De todas formas el investigador recordó que aunque en la actualidad los presidentes Biden y Lula comparten agendas internas similares, “no están completamente alineados en términos de política exterior”.
Otro de los temas principales de la elección es el derecho de la mujer al aborto, luego de que la Corte Suprema de Justicia anulara en junio de 2022 el fallo Roe v. Wade, que legalizó este mecanismo en todo el país en 1973.
Desde entonces, más 20 de los 50 estados de la Unión han restringido el acceso de la mujer al aborto, según Amnistía Internacional, con sede en Londres.
“Trump escogió a los miembros de la Corte Suprema para quitar la libertad de reproducción del pueblo estadounidense, y ahora presume de eso”, dijo Harris, prometiendo que el derecho al aborto volverá a ser federal en Estados Unidos.
El ex presidente, por su parte, ha dicho que no firmaría una prohibición federal de la interrupción del embarazo; sin embargo cree que cada estado debe decidir sus propias restricciones.
La vicepresidenta dijo, entre otras cosas, que no será amiga de dictadores ni de tiranos como hizo Trump, y puso de ejemplo la relación que el magnate mantuvo durante su presidencia con el líder norcoreano Kim Jong-un.
Lo cierto es que ninguno de los dos tiene el triunfo asegurado. Pero, en el caso de Harris, ella tendrá seguramente más responsabilidad que el magnate para convencer a una buena parte del electorado de que será fuerte para enfrentar los grandes desafíos de la política exterior, representados por China, Rusia, Corea del Norte, Ucrania y Medio Oriente, entre otros casos.