BUENOS AIRES (ANP).- La reciente alianza entre Rusia y Corea del Norte, cuya colaboración con Moscú en la guerra de Ucrania preocupa a Occidente, obliga a Estados Unidos, Corea del Sur y Japón a replantear su estrategia en la península coreana.
No es casual que el presidente ruso, Vladimir Putin, haya advertido a Seúl que si envía armas a Kiev, en protesta por el acuerdo de defensa firmado el miércoles entre Pyongyang y Moscú, podría cometer un “gran error”.
Como en los tiempos en los que la ex Unión Soviética ayudaba a Corea del Norte durante la Guerra Fría en el siglo pasado, Putin fue recibido esta semana como un héroe en Pyongyang, la capital de la dinastía fundada por Kim Il Sung en1948, después de 24 años sin visitar ese país.
Aun así, hay una historia de estrecha relación entre estos dos países, en la que subyace el recuerdo de la Guerra de Corea (1950-1953), donde los comunistas rusos apoyaron a Norcorea mientras que Washington fue un aliado clave de Corea del Sur.
Ahora, en otro contexto, Kim Jong-un acordó con Putin un “pacto de asociación estratégica integral”, mediante la cual se defenderán mutuamente si son agredidos por cualquier país de Occidente.
El objetivo de esta alianza, según explicó el propio ex agente de la KGB soviética, es hacer frente a la influencia de Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, cuyos ejercicios militares en la península coreana fueron calificados de hostiles por el líder ruso.
“El peligroso romance de Vladimir Putin con Kim Jong-un”, titula la revista The Economist. “La relación ha florecido gracias a los cambios geopolíticos”, señala la publicación británica.
Corea del Norte se alejó de la órbita estadounidense luego del fracaso de la cumbre que mantuvo Kim con el expresidente estadounidense, Donald Trump, del 27 al 28 de febrero de 2019, en Hanoi, Vietnam.
Aquella reunión entre ambos líderes terminó antes de lo programado, porque la Casa Blanca se negó al levantamiento de todas las sanciones económicas y diplomáticas impuestas contra ese hermético país asiático.
A partir de ahí, el nieto de Kim Il Sung empezó a hacer nuevas propuestas a Rusia, a pesar de que Moscú respaldó varias veces las sanciones internacionales contra Pyongyang por su programa de armas nucleares.
El vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, resaltó esta semana que la cooperación de Rusia con otros Estados no está dirigida contra terceros, comentando la reacción de Occidente a las visita que realizó Putin a Corea del Norte y a Vietnam.
Otro protagonista de esta historia es China, un aliado clave de Moscú que ha reforzado sus vínculos tras la invasión de Ucrania. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, dijo a principio de junio que con el apoyo de China a Rusia la guerra en su país durará mucho más.
A pesar de que Beijing se declara neutral en el conflicto, Zelenski aseguró que ciertos elementos que forman parte del armamento ruso “provienen de China”.
Según informes del gobierno de Estados Unidos, Rusia ha recibido más de 10.000 contenedores (equivalentes a 260.000 toneladas métricas de municiones o material relacionadas con ellas) por parte de Corea del Norte, para ser utilizadas en la guerra que el Kremlin libra contra Ucrania desde el 24 de febrero de 2022. Pero tanto Moscú como Pyongyang niegan este tipo de transferencias.
Desde septiembre pasado, Rusia ha lanzado por lo menos 10 misiles fabricados en Corea del Norte contra Ucrania, según informes de la prensa estadounidense.
Funcionarios surcoreanos, citados por la cadena estadounidense CNN, señalaron que Corea del Norte está recibiendo alimentos y otros artículos de primera necesidad por parte de Rusia.
Otra pregunta, mucho más temeraria que se hacen los analistas, es si Rusia proporcionara ayuda a Pyongyang para que este país avance con su programa espacial, de misiles y de armas nucleares.
Entre el 12 y el 17 de septiembre de 2023, Putin y Kim se reunieron en el cosmódromo espacial de Vostochny, al este de Rusia, y pocos meses después Pyongyang lanzó con éxito su primer satélite de reconocimiento militar llamado “Malligyong 1”.
En resumen, los resultados de este acuerdo estratégico ya están a la vista: en marzo, el Kremlin vetó una resolución de la ONU para renovar el monitoreo de un grupo de expertos de las sanciones impuestas contra Corea del Norte.
La votación a favor en el Consejo de Seguridad de la ONU hubiera extendido el mandato por un año más, pero a raíz del veto ruso las operaciones se suspendieron en abril. Así y todo, las sanciones contra Pyongyang siguen vigentes.
Para justificar su actitud Rusia tuvo una buena excusa: los vetos de Estados Unidos a las iniciativas diplomáticas para establecer un alto el fuego temporal por parte de Israel en la guerra de Gaza.