BUENOS AIRES (ANP).- Este viernes, a las 16.00 Los Pumas tendrán la oportunidad de tomarse revancha contra Inglaterra y de ganar, acceder al tercer puesto, para terminar de forma decorosa el Mundial de Rugby 2023 que se disputa en Francia.
Porque no fue “garra” o “actitud” lo que le faltó al conjunto argentino a lo largo del Mundial, sino manejar los conceptos básicos de rugby actual, tener variantes, y dejar atrás una idea que no le había dado resultado antes, y tampoco se lo dio ahora, la de “ir golpe por golpe” contra los rivales.
En la estrepitosa derrota de 44 a 6 contra Nueva Zelanda, durante el primer tiempo, se podía escuchar a los comentaristas de ESPN (los ex Pumas) Diego Albanese y Juan Martín Hernández pedir “tiren un drop” ante la “pared negra” de rivales que tenían en frente. Dicho de otra manera, que buscaran alguna alternativa m´s allá de ir al choque, algo que nunca llegó.
Argentina accedió a esa semifinal jugando bien sólo el partido contra Gales, donde fue “de menor a mayor”, con inteligencia, ante un adversario que se había colocado 10 a 0 en el comienzo del encuentro.
Pero la verdad es que los Pumas carecieron de un desarrollo bueno en el juego a lo largo del campeonato. Tuvieron “suerte” de clasificarse a los cuartos de final, ganándole sin sobrar nada a Samoa (por suerte, el pateador de ellos tuvo una mala tarde) se impuso con holgura a un Chile en formación, y con Japón, recién en el segundo tiempo, pudo hacerse del juego.
A lo largo de este torneo se vieron pases a la altura de las rodillas, pelotas que quedan “cortas”, penales accesibles que no son convertidos, y distracciones, como las que tuvo en el primer encuentro contra Inglaterra, que ahora la suerte vuelve a poner en camino en la disputa por el tercer lugar, y con el que perdió 10 a 27 el primer partido, jugando los británicos con un jugador menos desde casi el inicio del encuentro.
El viernes será la despedida del entrador Michael Cheika, pero también de los jugadores como Agustín Creevy, Juan Imhoff y Nicolás Sánchez, quienes ya pasaron los 34 años, y hubieran merecido haber estado más tiempo dentro de la cancha que sentados en el banco a la luz de cómo se desarrollaron los partidos.