La Bolsa de Cereales de Buenos Aires mantuvo sus estimaciones de producción para la soja (aunque volvió a no descartar «un nuevo recorte» en el futuro) en 25 millones de toneladas y el maíz en 36 millones, en tanto la Bolsa de Comercio de Rosario las redujo a 23 millones y 32 millones de toneladas, respectivamente.
«Un 4,3 % de la superficie apta ya fue recolectada informando un rinde medio nacional de 14,4 quintales por hectárea y una producción acumulada de un millón de toneladas», informó la Bolsa de Cereales en su Panorama Agrícola Semanal (PAS).
Asimismo, señaló que «avanza la recolección de cuadros de soja de primera sobre el centro del área agrícola reportando rendimientos por debajo a los mínimos históricos y una importante heterogeneidad sobre los rendimientos cosechados», razón por la que «de continuar con dicha tendencia, la actual proyección de producción de 25 millones de toneladas podría sufrir un nuevo recorte».
En el caso del maíz, la recolección continúa en el centro y sur del área agrícola nacional y «a medida que los
productores avanzan sobre los cuadros sembrados hacia la mitad de la ventana de siembra temprana, los rindes
comienzan a estabilizarse, aunque en valores muy por debajo de los potenciales productivos regionales».
«El avance nacional se ubica en 12,7 % del área apta, marcando un rinde medio nacional de 39 qq/Ha», lo que lleva a la entidad a mantener la proyección de producción para la campaña 2022/23 en 36 millones de toneladas, volumen que representa 16 millones menos que las recolectadas la campaña anterior.
Por su parte el informe de la BCR, de periodicidad mensual, advirtió sobre «los peores rindes nacionales de los últimos 15 ciclos agrícolas», con una pérdida del 53% en el caso de la soja y del 40% en el del maíz respecto de las proyecciones en el inicio de la campaña.
La BCR indicó que «la novena ola de calor que comenzó en los últimos días de febrero y terminó el domingo 19 de marzo fue de por sí un evento climático catastrófico para la soja y el maíz 2022/23», pese a que ya «la campaña se estaba desarrollando sobre el peor escenario climático de al menos los últimos 60 años».
Esa ola de calor «agravó los efectos del estrés termo hídrico llevándolos a un extremo que resulta inédito para el sector», alertó.