BUENOS AIRES (ANP) – Un comentario antes del partido III, supone que hubo dos anteriores, pero, por surte, y a diferencia de los que preceden a este, la selección creció en el juego y llegó hoy a la final de Copa del Mundo de Qatar 2022 con amplio merecimiento.
Dejó de ser ese equipo timorato que jugaba “al trotecito” y que buscaba en Lionel Meesi su única carta de triunfo, o que le soluciones todos los problemas.
Después de haber perdido 2 a 1 con Arabia Saudita – más allá que lo podría haber ganado y/o empatado – el golpe fue tan fuerte que movió a Lione Scaloni a cambiar varias piezas.
Así surgieron los Nacho Fernández, que no solo quita, sino que la pasa para adelante, lo mismo con Alexis Mac Alister, más parecido al volante ofensivo que surgió en Argentinos Juniors, que el carrilero que se transformó en Boca, y dejó de lado a Lautaro Martínez, muchas veces absorbido por la marca, por el veloz Julián Álvarez.
Y también cambió de espequema cuando lo necesito. Tres stopers en el fondo cuando arrecian los pelotazos y otra línea de tres adelante, o 4 – 4 -2 como con Croacia para “copar el medio”, pero con dos marcadores de punta que lleguen hasta el fono, y no hasta “tres cuatros” para dársela a Messi y que el resuelva.
Argentina fue de menor a mayor, y se siente confiada para ganarle una Francia que llega diezmada por lesiones, pero que tiene un tridente ofensivo muy eficaz. Ahora es el fútbol y sus imponderables. Confiemos en que la suerte, necesaria para cualquier logro, esté de nuestro lado.