La caída de la relación entre activos y pasivos en el sistema previsional a lo largo de los años determinó que desde hace décadas los aportes necesarios de los trabajadores para hacer sustentable al régimen general se hayan tornado insuficientes, al punto que en la actualidad sería necesaria una tasa de cotización individual promedio equivalente al 43,9% de los salarios brutos.
La estimación forma parte del trabajo “Estado de situación del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA)” de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC), elaborado por Andrés Kolesnik y María Josefina Báez.
La investigación consideró la denominada “tasa de cotización individual”, un indicador que permite estimar los porcentajes de aportes y contribuciones necesarios para que cada régimen previsional sea autofinanciable, manteniendo constantes otras variables.
Ese indicador surge de la división del total de beneficios pagados por el total de remuneraciones, dando como resultado la cotización porcentual necesaria que se debería detraer de cada salario para pagar los beneficios vigentes y así generar un resultado financiero nulo.
Dicho valor teórico es comparado luego con la cotización real actual a los fines de observar la diferencia o distancia entre lo necesario y existente.
Del estudio de Kolesnik y Báez se llega a la conclusión que “a excepción del régimen para docentes universitarios, los porcentajes vigentes de aportes y contribuciones que se detraen de los salarios resultan insuficientes para financiar cada régimen previsional”.
De operar sólo sobre la variable aportes de activos/beneficios previsionales, “resultaría necesario elevar los aportes y/o las contribuciones vigentes en una magnitud tal que implicaría una detracción extremadamente elevada de los salarios”, advirtieron los autores del trabajo.
Esa opción no es recomendable “teniendo en cuenta que la modificación de aportes y contribuciones no debiera representar grandes porcentajes del salario” y que de llevarse a la práctica implicaría duplicar los porcentajes vigentes de aportes y contribuciones a la Seguridad Social.
Otro indicador que puede resultar de interés a los fines de evaluar el sistema previsional es la llamada “tasa de sostenimiento”, que compara la cantidad de trabajadores activos por cada pasivo dentro de cada régimen con la relación necesaria que debería existir para que el resultado financiero sea nulo.
En este caso, si bien la opción es más deseable que la anterior, es de difícil concreción, ya que habría que contar con “en promedio, el doble” de la cantidad de activos aportantes para sostener los beneficios que paga el SIPA si se mantuvieran los niveles de remuneración y de haberes previsionales actualmente vigentes.
“Este resultado cobra mayor relevancia si se tiene en cuenta que aún existe población adulta mayor no amparada por ningún régimen previsional” y que, de incorporarse al universo de beneficiarios, aumentaría la cantidad necesaria de activos aportantes, señaló la investigación.
El caso más extremo son los docentes no universitarios, que “actualmente cuentan con 2,5 activos por cada pasivo y requerirían 8,6 activos por cada pasivo para lograr un autofinanciamiento”, indicó.
La excepción es nuevamente el régimen de los docentes universitarios, aunque los investigadores advirtieron que “la tasa de sostenimiento necesaria para este régimen es la más alta entre los existentes, requiriendo 12,4 activos por cada pasivo para cubrir los beneficios a pagar, lo que implica que, en la medida en que aumenten la cantidad de pasivos, este régimen podría presentar a futuro una situación deficitaria al considerarlo de manera individual cuando los nuevos activos incorporados al régimen con el surgir de nuevas universidades en el país comiencen a jubilarse”.