BUENOS AIRES, Ene 7 (ANP).- El año 2012 había empezado difícil en Argentina, con el infaltable combo de ola calor+cortes de luz de enero, y con el impacto por el asesinato de Carlos Soria -entonces gobernador de Río Negro y padre del actual ministro de Justicia- quien murió de un balazo que le disparó su esposa en un arranque de celos.
Pero el principal nubarrón en el escenario político era la salud de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que por esos días enfrentaba un tumor maligno en la tiroides y que, lógicamente, tenía a todo el arco político nervioso, al oficialismo caminando por las paredes y a muchísima gente haciendo cadenas de oración.
La mandataria fue operada con éxito el 3 de enero de ese año y fue dada de alta enseguida, para continuar la recuperación en la quinta de Olivos. Todo parecía calmo, hasta que el 8 de enero llegó la gran sorpresa de que no había tal cáncer, noticia que Clarín desparramó por el país con un título que insinuaba mucho: «La presidenta fue operada de un cáncer que no tuvo».
Más allá del alivio, la noticia desató una polémica que enfrentó durante varios días a políticos y periodistas opositores con el gobierno por culpa de semejante equivocación en un diagnóstico tan sensible para el país. Hubo quienes hablaron de irresponsabilidad y mal manejo de la información, pero no faltaron los que vieron una maniobra de victimización de la figura presidencial.
Un médico especializado en tiroides del Hospital de Clínicas que fue consultado por Clarín hizo notar que era muy raro confundir un carcinoma papilar con un adenoma folicular, lo que supuesto agregó nafta al fuego. Al día siguiente, la Unidad Médica Presidencial salió a aclarar que el diagnóstico preliminar hablaba de la «posibilidad» de un cáncer, acusando al medio de difundir «malintencionadas publicaciones».
Sin embargo, en favor del diario hay que decir que en la comunicación oficial, que estuvo a cargo del entonces vocero Alfredo Scocimarro, se escuchó claramente que se había detectado en la tiroides de la presidenta un carcinoma papilar -o sea, el temido cáncer- lo que no dejaba lugar a malos entendidos.
Era inevitable que tamaño traspié en el diagnóstico tuviera consecuencias para el gobierno, que se vio obligado a enfrentarse a las dudas que expresaron varios sectores acerca de la posible intencionalidad del error.
Un artículo de esos días publicado por Tribuna de Periodistas sintetizó las principales críticas en torno al episodio. Para esta web de información, se había tratado de una «sobreactuación oficial» y de «una de las mentiras más crueles que ha sostenido el oficialismo en los últimos años», y como prueba de que el gobierno acostumbraba a decir mentiritas, recordó la manipulación que sufrían los datos del INDEC y las estadísticas de la inseguridad.
En uno de los párrafos más duros, el artículo señaló que «nadie puede creer que haya sido casual que, en su exposición del pasado 28 de diciembre, la mandataria hablara de su enfermedad con la imagen de Eva Perón detrás. Era un obvio intento de generar una asociación indirecta entre lo que ella vive y el cáncer que acabó con la vida de una de las mujeres más populares de la Argentina».
La polémica trascendió las fronteras y fue reflejada por medios de distintos países, entre ellos el periódico El País de España, que mencionó las hipótesis que se manejaban aquí para explicar el garrafal error, que iban desde «mala praxis» hasta la intencionalidad política.
Finalmente, luego de algunas jornadas de acusaciones cruzadas, el tema fue perdiendo interés y las subas de tarifas de luz y transporte que se avecinaban acapararon la atención de los medios. Aunque en las redes sociales más de un malintencionado insistiría en que la coqueta presidenta solo se había hecho una cirugía estética, el tema se fue perdiendo sin consecuencias hasta quedar como otro anecdótico traspié comunicacional de los muchos que pueblan la historia política de la Argentina.