Buenos Aires, dic 5 (ANP).- Las expectativas oficiales de un crecimiento de la economía del 4% para 2022 son “una mera expresión de deseos” ante la caída del crédito al sector privado y la baja de los precios de las commodities, una situación que, sumada a las inconsistencias macroeconómicas, “difícilmente” podrán ser tapadas con un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Así lo sostuvo el economista jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), Daniel Artana, quien atribuyó en gran medida a “la fortuna” de la suba de los precios internacionales el crecimiento de 2021, con el que se compensará la caída del año anterior.
Esa mejora no estuvo fundada en una suba del crédito que, por el contrario, fue en septiembre “15% más bajo que el registrado a finales de 2019, fundamentalmente explicado por la caída en los préstamos en moneda extranjera”.
“Más allá de que el crédito es muy bajo en la Argentina, las recuperaciones anteriores, generalmente, estuvieron acompañadas de un aumento en los préstamos al sector privado”, acotó Artana en el último boletón mensual de FIEL, en un análisis en el que admitió que “parte de la recuperación haya sido financiada con recursos propios”.
Sin embargo, consideró decisivo para el crecimiento de este año, estimado en un 10% la suba de los precios de exportación, que “mejoraron 26% interanual en los 10 meses con datos de 2021, más que compensando el efecto negativo de la suba de 13.4% en los precios de importación” y que representó un aporte extra de US$ 7.500 millones.
“Si se sigue el razonamiento de la restricción externa que muchas veces exponen los funcionarios y se utiliza una elasticidad de las importaciones al PIB de alrededor de tres, la fortuna explica la mitad de la recuperación del 10% proyectada para el PIB de este año”, agregó, para señalar que, en un escenario contrafáctico, “sin mejora de precios, las dificultades económicas habrían sido mayores con mayor tensión en el mercado cambiario que la registrada”.
Pero el panorama para 2022 “no luce tan favorable”, indicó, debido a que “la fuerte desaceleración proyectada en el crecimiento de China y el endurecimiento gradual en la política monetaria de Estados Unidos no permitirían subas adicionales en el precio de las commodities, mientras que en Brasil se proyecta un crecimiento muy bajo ante la necesidad del gobierno de moderar la política fiscal y monetaria para poder controlar una inflación que ha aumentado a 10% anual”.
“Además, hay que digerir las consecuencias de la fiesta que organizó el gobierno para influir (fallidamente) en el resultado electoral”, con una suba del déficit fiscal, explicado en su mayor parte por “la fuerte suba en los subsidios al consumo de energía y transporte”.
A eso debe sumársele “el sacrificio de alrededor de US$ 3.000 millones en tratar de controlar la brecha cambiaria medida por alguno de los tantos dólares alternativos”, así como “la pérdida de reservas escasas asociadas a la postergación del acuerdo con el FMI”, puntualizó.
Al respecto, Artana advirtió que “desde que asumió, el gobierno sabía que no iba a contar con los recursos necesarios para cancelarle al Fondo US$ 18.000 millones en 2022 y otro tanto en 2023”.
“Si no se quería entrar en default había que firmar, tarde o temprano, un Acuerdo de Facilidades Extendidas. La única explicación para la demora en acordar es nuevamente el ‘plan urna’, tratando de fidelizar algunos votantes propios. Curiosamente, se siguió pagando al FMI sin que ello pudiera siquiera capitalizarse en una reducción en la incertidumbre, aproximada, por ejemplo, por el riesgo país”, comentó.
Artana sostuvo que “difícilmente un acuerdo con el FMI pueda tapar todas estas inconsistencias y sus consecuencias sobre el funcionamiento de la economía. La inflación reprimida durante 2021 pondrá presión a la economía el año próximo, además de complicar el desempeño de muchos sectores” y sin la “fortuna” de 2021, “la expectativa oficial de 4% de crecimiento para 2022 parece una mera expresión de deseos”.