Buenos Aires, jul 26 (ANP).- Netflix viene reponiendo grandes clásicos del cine, y me atreví a buscar “Casablanca”, lo cual me llevó a descubrir “Curtiz” un extraño “detrás de la escena” de la emblemática película con Humpery Bogart e Ingrid Bergman.
Para dejar en claro, esta película no se puede ver por si sola. Es necesario haber visto Casablanca, y lo que significó, y las historias que se movieron detrás de esa joya del cine. Para que el que no lo sabe, el final de la película se escribió el último día, ya que no se ponían de acuerdo sobre qué pasaría con los personajes.
“Curtiz” abreva sobre estos temas, y muchos otros, a partir de la historia del director del fim, Michael Curtiz, un húngaro de familia judía que había dejado Europa en los años 20′, luego de la Primera Guerra Mundial, y antes de que los nazis invadieran su país .
La película recrea con esmero la época y hasta “el acartonamiento” con el que se filmó Casablanca. En ella está la impronta del gobierno norteamericano para hacer una película que “ayude” a mandar “a los chicos” a la guerra en Europa, ya que era Japón, en el pacífico, el actor principal de la guerra.
Pero además, “Curtiz” es una recreación en si misma de Casablanca. Gente sin escrúpulos tratando de subsistir o ganar en un lugar enloquecido como Hollywood, sin lealtades, donde todos son sospechosos y donde este director de cine es también un exiliado, que tiene que pagar por sus pecados a partir de la llegada de su joven hija que vuelve a verlo luego de 19 años de distanciamiento.
En la película está también la intervención del Gobierno de los Estados Unidos en la elaboración de la película, el talento y la crueldad del propio Curtiz a la hora de filmar, y también, el azar, cómo se llegó a ese final.
Curtiz “se deja ver”, está bien hecha, pero como se dijo más arriba, hay que haber visto Casablanca y conocer la historia detrás de ese gran film que se llevó en 1943 tres Oscar, entre ellos a la Mejora Película, Guion Adaptado y, justamente, Mejor Dirección.